En una tarde marcada por el calor y la desesperación, una madre de familia vivió un momento de impotencia al intentar conseguir transporte para regresar a casa junto a su hijo de 12 años, quien padece una discapacidad motriz y se moviliza en silla de ruedas. A pesar de sus repetidos intentos por solicitar un viaje mediante aplicaciones de transporte, ninguna unidad aceptó brindarle el servicio. La razón, según explicó la mujer, fue precisamente la silla de ruedas de su hijo, lo que generó rechazo por parte de los conductores.
La situación ocurrió en Mérida, y rápidamente llamó la atención de una patrulla de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) que circulaba por la zona realizando labores de vigilancia. Los elementos, al percatarse de la escena, se aproximaron para conocer lo que sucedía. Fue entonces que la mujer, identificada como M.C., de 42 años, les explicó que llevaba más de una hora esperando sin éxito a que algún conductor aceptara su solicitud de traslado.
Ante la negativa de los servicios privados y sin dudar un instante, los agentes ofrecieron su apoyo. La madre y el niño fueron abordados con cuidado a la unidad oficial y transportados hasta su domicilio, ubicado en las cercanías de la Avenida Canek. Este acto sencillo, pero cargado de humanidad, no solo alivió un momento de angustia, sino que devolvió tranquilidad y sentido de dignidad a una familia que se había sentido marginada por la falta de empatía de algunos servicios.
Historias como esta reflejan que, aún en una sociedad cada vez más tecnificada, el trato humano y la solidaridad no pueden ser reemplazados por plataformas digitales. Cuando las aplicaciones fallaron, fueron los valores y la voluntad de servicio de los elementos policiacos lo que hizo la diferencia. El gesto fue agradecido profundamente por la madre, quien reconoció en los oficiales no solo un medio de transporte, sino una muestra de apoyo y comprensión en un momento difícil.