El gobierno de Estados Unidos anunció la imposición de nuevas sanciones dirigidas a familiares y personas cercanas al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, como parte de una estrategia para incrementar la presión política y financiera sobre su administración. La medida fue dada a conocer desde Washington y se enmarca en una ofensiva más amplia impulsada por la Casa Blanca contra el gobierno venezolano.
De acuerdo con información del Departamento del Tesoro estadounidense, las sanciones alcanzan a siete personas presuntamente vinculadas tanto a Maduro como a su esposa, Cilia Flores. Las autoridades estadounidenses sostienen que estos individuos forman parte de una red de apoyo que contribuye al sostenimiento del actual gobierno venezolano, al que Washington califica como ilegítimo.
El secretario del Tesoro, Scott Bessent, señaló que las personas sancionadas están acusadas de respaldar lo que describió como un “narcoestado”, al tiempo que afirmó que Estados Unidos no permitirá que continúe el flujo de drogas hacia su territorio. En un pronunciamiento oficial, subrayó que estas acciones buscan frenar actividades que, desde su perspectiva, representan una amenaza para la seguridad regional.
Bessent agregó que Nicolás Maduro y quienes lo rodean ponen en riesgo la estabilidad del hemisferio, por lo que la administración del presidente Donald Trump mantendrá su política de presión sobre las redes que, según afirma, sostienen al gobierno venezolano. El funcionario reiteró que las sanciones son una herramienta clave para debilitar las estructuras financieras y políticas que respaldan a Caracas.
Hasta el momento, el Ministerio de Información de Venezuela no ha emitido una postura oficial respecto a estas sanciones. No obstante, el gobierno de Maduro ha rechazado en reiteradas ocasiones las acusaciones de vínculos con el crimen organizado y ha sostenido que Estados Unidos busca propiciar un cambio de régimen con el objetivo de acceder a las reservas petroleras del país sudamericano.
La imposición de estas sanciones ocurre en un contexto de mayor tensión bilateral, marcado por el endurecimiento del discurso de Washington contra Caracas y por el despliegue de fuerzas militares estadounidenses en el sur del Caribe. Estas acciones forman parte de una estrategia que busca aumentar la presión internacional sobre el gobierno venezolano, mientras se mantiene abierta la confrontación diplomática entre ambas naciones.