El próximo cónclave que se celebrará en la Capilla Sixtina este miércoles 7 de mayo marcará un hito al convertirse en el más internacional jamás registrado. Tras el fallecimiento del papa Francisco el pasado 21 de abril, 133 cardenales de todo el mundo se reunirán para elegir a su sucesor, en un proceso marcado por una diversidad sin precedentes, con representantes de 71 países distintos. Este cónclave reflejará la visión global del pontífice argentino, quien nombró al 80% de los cardenales con derecho a voto, ampliando así la presencia de países que por primera vez tendrán voz en la elección del nuevo papa.
De los 252 miembros del colegio cardenalicio, 135 son electores, aunque solo 133 participarán activamente debido a razones de salud de dos de ellos. La distribución continental de estos cardenales es amplia: Europa cuenta con 53 representantes, América con 37 (divididos entre Norte, Centro y Sudamérica), Asia con 23, África con 18 y Oceanía con cuatro. Entre los países con mayor número de electores se encuentran Italia, Estados Unidos y Brasil, aunque también se destaca la presencia de naciones que por primera vez estarán representadas con cardenales propios, como Haití, Malasia y Papúa Nueva Guinea.
La edad promedio de los participantes se sitúa en 72 años, aunque el grupo incluye una notable variedad generacional. El cardenal más joven es Mikola Bychok, de 45 años, mientras que el más veterano es el español Carlos Osoro Sierra, de 79. Casos singulares como el de Philippe Ouédraogo de Burkina Faso y John Njue de Kenia han despertado atención, ya que, gracias a actualizaciones en sus documentos de nacimiento, podrán formar parte del cónclave pese a haber alcanzado la edad límite inicialmente estimada.
Esta cita histórica se distingue no solo por su amplitud geográfica sino también por la inclusión de nuevas voces y culturas. En total, 12 países participarán por primera vez en un cónclave, abriendo paso a un escenario más representativo del catolicismo mundial. La Capilla Sixtina acogerá un encuentro global que no solo decidirá el nuevo liderazgo de la Iglesia, sino que también evidenciará el legado de Francisco en términos de inclusión y apertura internacional.