Un sismo de magnitud 8.8 sacudió la costa este de la península rusa de Kamchatka, provocando una cadena de alertas de tsunami en todo el Océano Pacífico. La profundidad del movimiento telúrico, ubicado a unos 130 kilómetros de la costa, generó olas que alcanzaron hasta cuatro metros en algunas regiones de Rusia y se hicieron sentir en lugares tan distantes como California, Japón, Chile y las Islas Galápagos. Las autoridades de múltiples países, desde América hasta Asia, se movilizaron para evacuar zonas costeras y activar protocolos de emergencia.
En Japón, las sirenas alertaron a más de 1.9 millones de personas que fueron trasladadas a zonas seguras. La planta nuclear de Fukushima fue evacuada como medida de precaución, aunque no se reportaron daños o alteraciones en sus niveles de seguridad. En Hawái, los turistas fueron sorprendidos con alertas en sus celulares y advertencias de evacuación, lo que generó congestión en las carreteras y una sensación generalizada de incertidumbre. Afortunadamente, las olas registradas allí fueron menores, y con el paso de las horas la alerta se degradó a aviso sin consecuencias graves.
En América Latina, países como México, Ecuador, Colombia, Chile y Nicaragua emitieron alertas preventivas. Chile fue uno de los más afectados, con una alerta roja emitida para la Isla de Pascua y otras advertencias en regiones del norte, centro y sur del país. La ciudad rusa de Sévero-Kurilsk fue golpeada por tres olas que causaron daños a embarcaciones e infraestructura, y un jardín infantil en Petropávlovsk-Kamchatski resultó destruido. Si bien hubo varios heridos reportados en Rusia, no se confirmaron muertes hasta el momento.
Según los especialistas del Servicio Geológico de EE. UU., este terremoto figura entre los seis más poderosos registrados en la historia reciente. La causa geológica del desastre estaría relacionada con el movimiento de la placa del Pacífico al hundirse bajo la microplaca de Okhotsk, un proceso que genera acumulación de energía y, eventualmente, liberaciones sísmicas masivas. La combinación de fricción, rebote de placas y desplazamiento oceánico generó el tsunami que puso en alerta a gran parte del planeta. A pesar del susto, la preparación y respuesta coordinada evitó una catástrofe de mayores dimensiones.