Más de seis mil hectáreas de selva han sido devastadas en Yucatán, lo que ha encendido las alertas ambientales por el impacto directo en los ecosistemas de la región. La Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales confirmó la magnitud del daño, que se concentra principalmente en el cono sur del estado, una zona reconocida por su alta biodiversidad y riqueza natural.
De acuerdo con autoridades ambientales federales, la deforestación está vinculada a la expansión acelerada de actividades agroindustriales, las cuales han avanzado de manera significativa sobre terrenos forestales. Este proceso de cambio de uso de suelo se ha realizado a gran escala, generando una pérdida acelerada de cobertura vegetal que resulta difícil de revertir a corto plazo.
El delegado de la Semarnat en Yucatán, Guillermo Porras Quevedo, explicó que estas prácticas representan una amenaza directa para diversas especies emblemáticas de la región, así como para plantas endémicas que dependen de la selva para su supervivencia. La fragmentación del hábitat reduce las posibilidades de conservación y altera el equilibrio ecológico en amplias zonas del territorio yucateco.
Además del impacto en la flora y fauna, la devastación de la selva tiene consecuencias en otros ámbitos, como la regulación del clima local, la captación de agua y la protección del suelo. Especialistas advierten que la pérdida de grandes extensiones forestales puede incrementar la vulnerabilidad de las comunidades ante fenómenos como sequías, inundaciones y degradación ambiental progresiva.
Ante este panorama, las autoridades ambientales han reiterado la necesidad de fortalecer la vigilancia, garantizar el cumplimiento de la normatividad ambiental y promover un desarrollo productivo que no comprometa los recursos naturales. La situación en el sur de Yucatán vuelve a colocar en el centro del debate la urgencia de equilibrar las actividades económicas con la preservación del patrimonio natural del país.
