El Frente Frío número 23 ha provocado la suspensión de las actividades pesqueras en los puertos del Litoral Oriente de Yucatán, afectando principalmente a los pescadores ribereños. Este fenómeno climático, conocido como norte chocolatero, se suma a una serie de eventos meteorológicos recientes que han complicado aún más la situación para quienes dependen del mar como fuente de sustento.
Durante la noche del lunes y la madrugada del martes, lluvias intensas acompañadas de una densa neblina se extendieron por la región, dejando temperaturas frescas en las primeras horas del día. Sin embargo, el calor y la humedad dominaron el resto de la jornada, generando un ambiente de bochorno. En las costas, las rachas de viento alcanzaron velocidades de entre 30 y 40 kilómetros por hora, imposibilitando la salida de las embarcaciones. A estas condiciones se sumó la presencia de sargazo en las playas, que no solo afecta la imagen del puerto, sino que también genera olores desagradables.
El pescador ribereño Manuel Chay señaló que, aunque no hubo un descenso drástico en las temperaturas, el clima adverso fue suficiente para mantener a la flota pesquera fondeada en los puertos de abrigo. Los pescadores, atentos a los informes meteorológicos, han decidido esperar hasta que las condiciones mejoren, conscientes de los riesgos que enfrentan en el mar abierto durante estos frentes fríos.
En lo que va del año, la actividad pesquera ha sido recurrentemente interrumpida por estos fenómenos climáticos. Apenas se disipaban los efectos del Frente Frío número 22, cuando las autoridades emitieron nuevas alertas sobre la llegada del siguiente, lo que obligó a los pescadores a tomar precauciones adicionales. Aunque este año los frentes fríos han tenido una menor intensidad en comparación con 2024, las consecuencias siguen siendo significativas. En temporadas anteriores, estos eventos ocasionaron desbordes de rías y situaciones de emergencia en localidades como San Felipe, Río Lagartos y El Cuyo.
A pesar de las dificultades, los pescadores mantienen la esperanza de que las condiciones climáticas mejoren pronto, especialmente porque la captura del mero, una de las actividades clave de esta temporada, está en riesgo. La veda de esta especie culmina el 31 de enero, lo que deja un margen de tiempo limitado para aprovechar esta pesca antes de que termine el periodo permitido.
