El Partido Liberal de Canadá, encabezado por Mark Carney, obtuvo una victoria relevante pero insuficiente para lograr la mayoría parlamentaria en las recientes elecciones federales. Con 169 escaños de un total de 343, quedaron apenas a tres de la mayoría absoluta, por lo que necesitarán del respaldo de partidos menores para aprobar reformas y presupuestos. A pesar de ese resultado, la jornada representó un giro inesperado a favor de los liberales, que semanas antes eran considerados poco competitivos frente al avance del Partido Conservador. Esta elección significó también el cuarto mandato consecutivo para su partido y una consolidación sorprendente para Carney, quien hasta ahora no había ocupado ningún cargo político.
El panorama parlamentario obligará a los liberales a colaborar con fuerzas como el Partido Verde y el Nuevo Partido Democrático, cuyas posturas suelen coincidir con la orientación centroizquierdista del gobierno. Carney, economista de trayectoria y exgobernador del banco central, logró capitalizar su imagen de experiencia y equilibrio en un momento de tensión con Estados Unidos, acentuada por las medidas proteccionistas del presidente Donald Trump. Durante su campaña, Carney advirtió sobre los peligros económicos de una relación tensa con el país vecino, así como sobre los intentos de Trump de influir en los asuntos internos de Canadá.
El líder conservador Pierre Poilievre, quien había dominado las encuestas hasta marzo, sufrió una dura derrota al perder incluso su escaño parlamentario tras 20 años de servicio. Las elecciones se vieron marcadas por el discurso agresivo de Trump hacia Canadá, incluyendo amenazas de anexión y nuevas tarifas a productos clave. En este contexto, muchos votantes vieron a Carney como la mejor opción para resistir la presión estadounidense y proteger los intereses nacionales. El primer ministro electo reiteró en su discurso que no permitirá que Canadá sea absorbido económica o políticamente por su poderoso vecino.
Más allá de las cifras parlamentarias, los comicios reflejaron una profunda preocupación entre los ciudadanos por la soberanía nacional y la estabilidad económica. La asequibilidad de la vivienda y el malestar por las políticas exteriores de Trump influyeron fuertemente en los resultados. El tono moderado de Carney contrastó con las posturas ideológicas más rígidas de Poilievre, quien se expresó en contra de la “ideología woke” y prometió recortes en temas culturales y ayuda internacional. La derrota podría abrir un nuevo capítulo dentro del Partido Conservador, mientras que el liderazgo de Carney se perfila como un punto de referencia para enfrentar las turbulencias venideras en el país y en su relación con Estados Unidos.