Tesla reportó una caída drástica en sus beneficios netos durante el primer trimestre de 2025, con una reducción del 71% respecto al mismo periodo del año anterior, alcanzando apenas los 409 millones de dólares. Este desplome está vinculado, en gran parte, a la disminución del 20% en los ingresos por ventas de automóviles, lo que representa uno de los sectores más importantes de la empresa. En total, Tesla registró ingresos por 19 mil 335 millones de dólares, lo que refleja una caída general del 9%, abarcando tanto la venta de vehículos como otros servicios y soluciones energéticas.
La compañía también informó una disminución en su resultado bruto de explotación ajustado (ebitda), que bajó un 17% hasta los 2 mil 814 millones de dólares. Asimismo, el margen operativo cayó al 14.6% mientras que los gastos operativos aumentaron en un 9%, alcanzando los 2 mil 754 millones. A comienzos de abril, Tesla ya había advertido sobre una disminución del 13% en sus ventas de autos durante el primer trimestre, con 336 mil 681 unidades colocadas. No obstante, los resultados publicados superaron negativamente las proyecciones de los analistas, quienes esperaban mejores cifras tanto en ingresos como en ganancias por acción.
El debilitamiento financiero de Tesla se ve agravado por una creciente competencia internacional, especialmente por parte de fabricantes chinos que han ganado terreno en mercados clave. Sin embargo, el impacto económico no se debe exclusivamente al entorno comercial. Las decisiones políticas de Elon Musk, consejero delegado de la empresa, han generado una severa crisis de reputación. Musk, convertido en una figura clave dentro del gobierno del presidente Donald Trump, dirige el polémico Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), cuya función es recortar masivamente el gasto público.
La estrecha relación de Musk con Trump, sumada a sus declaraciones a favor de movimientos de extrema derecha tanto en Europa como en otras regiones, ha derivado en boicots y protestas contra Tesla, especialmente en América del Norte y Europa. A ello se suma el conflicto comercial que mantiene Estados Unidos con otros países, particularmente con China, donde Tesla tiene instalada una de sus principales plantas de producción. Estas tensiones globales han afectado directamente los intereses estratégicos y financieros de la compañía, que ahora enfrenta el desafío no solo de recuperar terreno en el mercado, sino también de reparar su imagen ante la opinión pública.